[ Post ] Sara Blanco

A  C I E G A S no tiene fotos maravillosas que recuerden una noche única pero no creo que la olvidemos nunca. Con la ilusión de una niña cité a 8 personas que mi corazón me decía que sería bueno que se conocieran y se descubrieran unas a otras.

Disfruté poniéndolo todo bonito, preparando una gran mesa mezclando la vajilla de mi abuela y la mía y cocinando de nuevo como en las primeras veladas.  Pero toda la magia la pusieron ellas.

Con el vértigo de las primeras veces y mi abuela en mis pensamientos, fui recibiendo a todas ellas con el corazón latiendo con fuerza pero cuando las tuve a todas delante y expectantes supe que no me había equivocado… GRACIAS por vuestra confianza en mi. Escucharos y descubrir el mucho bien que os hacéis juntas fue un auténtico regalo!

Tenía claro que no podía ser yo quien compartiera con vosotros cómo son estos encuentros. Siempre que sea posible, uno de sus protagonistas, será quien lo relate. Solo decir que para mi fue una noche muy especial llena de momentos y sentimientos que no olvidaré nunca. En estas veladas solo estamos vosotros y yo. Todo personal, intimo, acogedor y todo lo secreto que vosotros queráis.

Sara Blanco habla hoy por nosotras. Gracias infinitas por ponerle voz a nuestra primera velada «a ciegas«.

2016-05-12-cenas-adivina-monicamoyah-58

Hasta en tres ocasiones anteriores había subido hasta el séptimo para escuchar a estupendos ponentes. Familias numerosas, organización del orden y marcas y bloggers. Tres veladas increíbles donde aprendí muchísimo y lo pasé francamente bien. En las tres recuerdo haber llegado con mucha expectación y algo de nerviosismo. Pero esta vez, mi cuarta, los nervios y la expectación se habían multiplicado por un millón. Unas dudas constantes como un mantra en mi cabeza: ¿quién soy yo para ser invitada a esta primera velada a ciegas y por qué?

Os podéis imaginar cómo fue el recibir ese correo electrónico con un lacónico mensaje en el que se me comunicaba que había sido elegida… y una pregunta, ¿confías en mí? Mi “Sí” salió más rápido que el de muchas novias en sus bodas.

Y ahí estaba, llegando al séptimo sin saber con quién cenaría, ni por qué, pero con la seguridad de que sería una noche increíble. Y así fue.

No he visto tantas veces a Silvia como para juzgar seriamente si lo estaba, pero me dio la sensación de que cuando nos tuvo a todas sentadas para decirnos “el motivo” de la cena, estaba nerviosa.

¿Y cuál era ese motivo? Ni más ni menos que estar todas unidas al mundo de las personas extraordinarias. Seis madres de hijos extraordinarios, una hija extraordinaria y una profesional increíble que trabaja con gente extraordinaria. A partir de ahí, la noche fue sola y nos faltaron horas y horas para poder continuar.

Altas capacidades, discapacidad auditiva, dilexia, autismo y patologías de difícil diagnóstico y más difícil aún explicación. Esta frase podría resumir burdamente lo que se habló en la cena. Pero fue mucho más que eso.

Tuve la gran suerte de ser una de las últimas en presentarme y, así, puede escuchar deleitada a la gran parte de mis compañeras de cena antes de empezar a hablar. Mi cara debía ser lo más parecido a la de Paco Martínez Soria recién llegado desde el pueblo a la ciudad. No salía de mi asombro, escuchando a todas esas mujeres valerosas y cada una de sus historias.

Allí, una a una, fuimos abriendo nuestro corazón, especialmente las madres, para contar cómo había sido nuestro proceso de descubrir y saber que nuestros hijos eran extraordinarios. La incertidumbre hasta que llega el diagnóstico, la negación y el duelo, la aceptación y el “manos a la obra”. Cada una en un punto vital muy distinto al de las demás. Pero todas en perfecta sintonía. Haciendo nuestros los sufrimientos y las alegrías de aquella a quien teníamos enfrente. Todo esto, en un clima de escucha, admiración y respeto muy difícil de plasmar en palabras y bajo la atenta mirada de tres ángeles encarnados en mujeres: Silvia, por supuesto, que en su mente había pensado y repensado esta cena buscando esa conexión que sólo ella sabe visualizar antes de que suceda; en segundo lugar nuestra profesional especializada en trabajar con personas con trastorno del espectro autista, que nos escuchó con toda la paciencia del mundo y esperó prudentemente el momento oportuno para ayudarnos con su experiencia y animarnos hasta un punto insospechado; y, la tercera, la hija extraordinaria. Aquella cuyo testimonio más me llegó, porque en él podía ver a mi hijo el día de mañana. Una joven autónoma, trabajadora, luchadora, con una vida increíble a pesar de encontrar dificultades añadidas a las de cualquiera. Su discapacidad auditiva no era un signo diferenciador, sino algo anecdótico que perdía importancia frente a todo lo demás. En ella pude ver el fruto de años de trabajo y superación y la gran ayuda que supone tener una familia detrás que te apoya incondicionalmente.

Comprendí, escuchando a las demás, que, de una u otra manera, todos pasamos por lo mismo. Por el ¿por qué a mí? Por el miedo al futuro, la angustia por no poder predecir lo que pasará, la incertidumbre… Pero, igual que nos unía esto, nos unía y nos une un profundo sentimiento de orgullo y admiración por cada uno de nuestros “hijos diferentes”.

Aprendí, ¡¡¡vaya que si aprendí!!! Aprendí más que en una clase magistral de un catedrático. Y descubrí como “cada diferencia” no es mejor, ni peor. Cada una con sus retos, sus puntos débiles y fuertes. Descubrí cuántos falsos mitos hay en torno a las altas capacidades, los escasos apoyos con los que cuentan los padres para dar respuestas a tantos interrogantes como se les plantea en torno a sus hijos y la importancia de ayudarlos y acompañarlos en todo momento. Muchas veces los chicos con altas capacidades despiertan recelos y envidias, que podrían solventarse si todos, especialmente los padres, supiésemos un poco más del tema y dejásemos a un lado tanto prejuicio absurdo y mal infundado.

Descubrí también cómo, en ocasiones, somos nosotras las que nos damos cuenta de que algo falla, mucho antes de que los médicos lo detecten. Porque, como unos padres conocen a sus hijos, nadie puede llegar a conocerlos. Y la angustia hasta que por fin alguien te confirma un diagnóstico que tú, sin ser médico, venías intuyendo.

Y descubrí también el sufrimiento ante un diagnóstico prenatal de imposible predicción en su evolución. Y también la importancia de ser madres valerosas; capaces de tragarse su angustia y de convertir su escepticismo en un TÚ PUEDES Y LO VAS A HACER como una catedral de grande. Y la importancia de gestionar las emociones. Las suyas. Las de aquellos que no han hecho nada por “ser diferentes” pero lo son.

Y confirmé tantas cosas como había empezado a ver con mi hijo Juan: el valor de un hermano, la importancia del esfuerzo diario, el mirar el día a día y no dejar que la cabeza nos lleve hasta la negrura de un futuro incierto.

Y confirmé también la inmensa suerte de tener profesionales excepcionales que dan lo mejor de sí mismos por nuestros hijos y por nosotros también. Que no tiene precio el tener a una persona al lado con la que compartes el principal objetivo de ayudar a tu hijo. Y que un especialista cercano e implicado es un regalo del cielo.

No todo es color de rosa. Nadie mejor que nosotras lo sabe. Seguiremos sufriendo por ellos, pero también por sus hermanos porque nos preguntamos si realmente no les estamos prestando suficiente atención a los que no requieren tanto apoyo, aunque sabemos que el simple hecho de tener un hermano diferente ya los hace más empáticos, más generosos y con muchos menos prejuicios. Y seguiremos confirmando que la sociedad dista mucho de estar preparada para descubrir, aceptar y dar respuesta a las diferentes necesidades que tienen nuestros hijos. Pero el reto de sumar y colaborar para que esto vaya cambiando es apasionante. Cada una en su humildad y con su granito de arena. Pero con la cabeza bien alta, como la madre de la Pantoja, ayudando a que todos descubran el tesoro que hay en cada una de las personas diferentes. Lucharemos porque se eliminen las etiquetas y no vean a una persona con discapacidad, a un sordo, o a un superdotado, a un autista, a un disléxico… sino a Juan, a Diego, a Rocío, a Mateo, a Ángel… Porque eso es lo que son, niños.

Seguiremos encontrándonos con profesores sin vocación, con compañeros crueles, con barreras sociales y con un sin fin de obstáculos que ellos tendrán que ir sorteando. Pero, cada victoria, sabe a gloria y contaremos 6 y volveremos a tirar.

Fue una cena de vivencias, así que todo lo que ponga, por mucho que me enrolle, se quedará corto. Así que paro ya.

Sólo puedo decir que durante la cena confirmé algo que venía comprobando desde hacía tiempo. Mi hijo Juan es un ángel y me va acercando a gente estupenda y mundos insospechados que, de no ser por él, nunca habría conocido.

Gracias, gracias y gracias Silvia por pensar en mí para esa cena. Y gracias también por el exquisito menú que preparaste y por todo el cariño y el mimo que pusiste hasta en el último detalle. Pero gracias sobre todo por acogernos y hacernos sentir, incluso, hasta un poco heroínas.

 

Sara me has dejado sin palabras. GRACIAS. Y también GRACIAS a todas las invitadas por vuestra confianza y vuestros mensajes privados entre nosotras llenos de cariño tras este encuentro. Soís un auténtico regalo.

Seguid todos atentos al correo, esto no ha hecho más que empezar. Juntos somos mucho más.

 

Silvia

[ Deco ] Sostrene Grene, Ikea, Detallisime

23 comentarios

  1. Simplemente me he emocionado. Gracias, Sara, por compartir tantos sentimientos, pensamientos y reflexiones que surgieron es esa cena. Sin haber estado presente, he podido sentir la emoción que posiblemente todas compartisteis esa noche.

    ¿ Qué te puedo decir Silvia? Me parece tan increíble, tan bonito y tan humano lo que estás haciendo que sólo me vuelve a salir un GRACIAS por hacerlo realidad. Eres como un hada madrina!!!

    Un abrazo para las dos

  2. Estoy absolutamente embargada por la emoción… Enhorabuena a todas por todo, por la iniciativa mágica de la cena, por el maravilloso e inspirador relato de la misma y por todo lo extraordinario que os rodea. Estoy segura de que efectivamente todo es un gran regalo de la vida aunq tenga sus sombras.

  3. Muchísimas gracias Sara, por tus palabras que fotografían a un nivel muy profundo la velada. Tus palabras son un regalo. Necesitamos la diferencia en nuestras vidas y necesita la sociedad darse cuenta de que la diferencia es un tesoro. Con familias como las vuestras el mundo es y será mejor.

    Silvia, eres única. Muestras continuamente que hay una manera de hacer las cosas que marca una GRAN diferencia en cómo las personas podemos relacionarnos.

  4. Estaba indagando en el calendario, cuando leo «preguntas frecuentes», y pienso «claro antes de ir a una cena lo leeré por si acaso…». Entro en el apartado cita a ciegas, curiosa y encuentro algo conmovedor. Un relato de una cena en la que me hubiera sentido… como me es difícil sentir con los que son mis amigos. En mi vida también hay un ÁNGEL. y por supuesto que me siento heroína, y eso es difícil de compartir y sólo te sientes realmente comprendida por quien está en tu misma situación.
    Encontrar alguien que consiga CREAR ese momento y que sea tan sensible como para saber quién podía dar el mejor testimonio… me ha emocionado muchísimo. Gracias Sara y gracias Silvia. Un abrazo.

  5. Buenos días,
    He podido ver las cenas que realizais y me encantaría participar en alguna de ellas. Quisiera, por favor, me enviarais un correo para informarme de vuestro calendario.
    Muchas gracias.

  6. Precioso texto de agradecimiento.
    Como maestra de primaria, suscribo todo lo dicho por Sara, desde el cole tenemos muchas barreras que quitar, cada niño es único y maravilloso y debemos intentar sacar lo mejor de cada uno de ellos.
    Enhorabuena cenasadivina. Me encanta el proyecto.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *