[ Fotografía ] Isabel Muñoz y Mónica Moyah
De nuevo una noche con Laura, a quien cada día admiro más. Esta vez le pedí que contará ella lo vivido estas dos noches seguidas juntas y me ha puesto colorada y feliz a partes iguales. No os perdáis este post lleno de ideas geniales.
Ir a casa de Silvia es un auténtico privilegio.
Apenas hace un año que nos conocemos y tengo la sensación de que la conozco de toda la vida. Es genial los ojos que tiene para mirar lo bueno de las personas y contagiar de alegría a todos que nos acercamos a ella. Y eso es lo que ocurre en sus cenas. Se respira un aire tan bueno, que con sólo pisar su casa, empiezas a disfrutar.
Y claro, los pasados 4 y 5 de febrero no iban a ser menos.
Educar sin gritar, es algo con lo que cada día me siento más comprometida. Después de varios años de lucha y experiencias personales, empiezo a valorar resultados que me emocionan a diario. Por eso, cuando veo el interés de tantos padres y madres, por acompañarme en este reto y compartir sus experiencias para ayudarnos entre todos, no puede ilusionarme más.
Nada más llegar a casa de Silvia e Íñigo, tiene lugar uno de los momentos más emocionantes y bonitos de la noche, ese en el que compartimos una copa de vino y descubrimos caras que permanecían ocultas detrás de una cuenta de IG o un email. Esos minutos en los que nos presentamos y conocemos por primera vez a quienes nos van a acompañar durante toda la noche.
Una vez acomodados y mientras los invitados disfrutaban de las delicias de Tamara, aproveché para introducir un poco el tema de estas dos noches.
Intentar transmitiros todo lo que compartimos y aprendimos es un imposible pero voy a intentar rescatar las claves con las que yo me quedé.
Hablamos del cerebro del niño visto de forma horizontal, para entender la estrategia de conectar con nuestros hijos primero y redirigirlos después. Una forma muy sencilla de gestionar a nuestros niños de forma serena.
También hablamos del cerebro visto verticalmente y de la amígdala, en un intento de conocer nuestras emociones más fuertes, como la ira y el miedo irracional, comprenderlas, aceptarlas como algo absolutamente normal, para después aprender a controlarlas. Somos modelos permanentes de nuestros hijos y ellos necesitan observar que estas emociones intensas se pueden gestionar de forma serena.
Y recordé que nuestros hijos lo que necesitan es tiempo, que el cerebro del niño y adolescente no está completamente desarrollado hasta pasados los 20 años,… Pero que por suerte, la vida nos deja a diario muchísimas situaciones que podemos aprovechar.
Después, estuvimos hablando un rato de los gritos y traté de convencerles de que sin gritos se puede y que además es muchísimo mejor. El único problema, es que cuesta y cuesta mucho. Y no estoy hablando de un par de semanas, sino de meses. Esto es debido por un lado a que estamos acostumbrados, tenemos un hábito y sin querer gritamos, y por otro a que nuestros hijos se han acostumbrado a responder cuando ponemos el grito en el cielo.
Creo que lo mejor que podemos hacer, una vez nos hemos convencido de que vamos a hacer un cambio, es pensar en nuestras razones y escribirlas. Son esas las que realmente nos van a ayudar a frenar en un momento dado. Después lo ideal es fijar una fecha de inicio, contarlo a los niños e implicarlos (es un reto para todos) y entonces empezar.
Pero para empezar, no podemos contar únicamente con la paciencia de mamá y papá, ni con esos días en los que todo va como la seda. Necesitamos planificar.
Nos pasamos el día planificando cumpleaños, extraescolares, colegios, parques, excursiones,… a nuestros hijos, pero se nos olvida lo más sencillo e interesante para ellos que es, planificar «su crecimiento personal».
Y me explico, si mis hijos pasan los desayunos criticándose entre ellos, hay uno que olvida todos los días la agenda, las duchas duran una eternidad y sale sin aclararse la cabeza, no se cepilla los dientes, la ropa que se quita queda perfectamente esparcida por todo el suelo,… y eso hace que los padres nos enfademos, una vez superada la crisis, podemos diseñar un plan, un juego que ayude a nuestros hijos a mejorar. Y no se trata únicamente de supervivencia, que muchas veces es eso lo que madres y padres buscamos, sino de mejorar el orden, el respeto, la responsabilidad,…
Llegados aquí, propuse algunos de los juegos que más hemos usado en casa como:
- Encargos al azar: Introducir en una caja los encargos en trozos de papel y buenas acciones como dar un beso a mamá, decir algo bueno a un hermano,… Los niños sacarán los papeles para ir haciendo lo que les toca. Es una maravilla recibir besos y abrazos en plena vorágine de baños y cenas.
- Organizo mis rutinas: En trozos de papel, escribir las distintas partes de la rutina del niño (vestirse, hacer la cama, ordenar pijama, desayunar, lavarse los dientes,…) y dejar que se organice colocándolos en una cartulina. Según realice su rutina, podrá ir retirando la tarea hecha. Este juego ayuda muchísimo a que padres y madres les demos un poco de libertad y confianza, para que los niños crezcan en autonomía.
- Bote de macarrones: Pera mejorar el ambiente en casa, colocar un bote de cristal en la cocina, dibujar una línea y una recompensa familiar. Cada vez que alguien diga algo bueno de los demás, introduce un macarrón en el bote.
- Lecturas con estrella: Colocar una cartulina negra en la pared y fijar un objetivo. Cada vez que el niño de un pequeño paso en su objetivo, recortaremos y pegaremos una estrella. Ver cómo el firmamento se llena de estrellas, es un premio que no tiene precio.
Las dos noches fueron mágicas. Me encantó compartir muchísimas experiencias, confesiones, risas y preocupaciones con unos invitados geniales. Gracias a todos vosotros por venir y compartir.
Gracias Mónica e Isabel por vuestras fotos que nos dejan un recuerdo más bonito todavía, si es que se puede,…
Gracias especiales al equipazo de Silvia por agasajarnos con los mejores productos y vinos.
Gracias Íñigo por estar tan pendiente de todo y hacer que nos sintamos como en casa.
Gracias Silvia siempre y por tanto. Gracias por confiar en mí una vez más.
Gracias a ti Laura por todo, siempre. Y también a todos los invitados por compartir con todos sus experiencias, sus alegrías, sus miedos e inseguridades como padres. La realidad es que estoy segura de que son todos ellos unos padres fantásticos y les honra querer ser mejores.
Por menos gritos y más paciencia y recursos para superar esos «90 segundos»…
Con Cariño,
Silvia