[ Fotografía ] Rocío de Clik and dream
Fue una velada apasionante. Carlos es afable, simpático, cercano y con unas ganas enormes de aportar al mundo su granito de arena. ¡Cómo admiro a las personas que se «complican la vida» por hacer mejor la de los demás!
Tiene un proyecto entre manos que nos encantó conocer y además todos pudimos ayudarle y formar parte del cambio. Tú también puedes, ¿te animas?
Mi nombre es Carlos Mascías. Tengo 44 años y sólo supe ser médico, quizá porque mi padre y mi hermano lo son, aunque ninguno de los dos me animó especialmente a seguir sus pasos. Quise ser médico porque soy muy curioso, y no hay otra profesión que te permita serlo tanto…y ¡con título!. Por encima de esto, esta vocación te permite ayudar a personas de todo estilo y condición en la única situación que a todos nos vuelve iguales: la enfermedad. Mi desarrollo profesional ha sido paralelo a las series de éxito de la tele: primero hice Medicina de Familia y luego trabajé en Urgencias durante 5 años. Seguro que esto tiene que ver con mi frustrada carrera como actor. Desde hace 7 años (la edad de mi hijo pequeño, Marcos) trabajo como director de un hospital oncológico en Madrid. Un día me di cuenta de que no podía pasar más tiempo sin que hiciera algo que cambiara el mundo y decidí que iba a cambiar el modo en el que tratamos a los pacientes en los hospitales.
Me emociono cuando alguien me trata bien, me dedica una sonrisa, me pregunta qué tal estoy y me da los besos de verdad y no al aire. Cuando me mira a los ojos y siento que le importo. También es maravilloso cuando trato a los demás de la misma manera y siento que les hago felices.
La noche de Reyes bajé sigilosamente cargada hasta los topes a casa de mi madre y en el camino me cruce con los ojos de un hombre de mi edad rebuscando en la basura, el dolor fue físico sí pero proseguí mi camino. Subí a casa de mi madre y me contagié de su ilusión pero mis pensamientos seguían con aquella mirada cruzada.
Ayer, no sé porqué, se lo conté a mi hija Isabel y le confesé que no supe qué hacer ni cómo ayudarle… y me dijo «mamá ¿y no te acercaste a preguntarle nada?» no me dijo que le diera dinero, ni siquiera comida… le parecía increíble que no me hubiera parado a hablar con él. A mí me parece tremendo también. Imaginé a mi hijo mayor en una malísima racha sin que nadie le ayudé y entonces el dolor fue insoportable. Mi hija al rato volvió al tema y me sugirió dar la oportunidad a todos mis invitados de ayudar dejando una cajita en la entrada de casa, y ella después la llevaría a los varios pobres que encontramos todos los domingos en el barrio.
El otro día íbamos por la calle y ella y Paula iban tomándose un chupa chups, al girar la calle le pregunté a Isa por su caramelo que ya no lo tenía y me dijo «es que mamá lo escondo cuando veo un pobre porque me da pena que ellos no tengan nada que comer, me duele verlos tristes» me costó no emocionarme hasta el sollozo la verdad. ¿Cuándo perdemos esa sensibilidad? Paula se para con cada uno de ellos para felicitarles la navidad y yo, aunque les sonrío, soy incapaz de mirarles a los ojos más de un segundo. Ellos sin embargo regalan sonrisas y felicitaciones a todo el que pasa. Creo que cuando no tienes nada recuperas la capacidad para dar valor a lo que realmente importa.
El mensaje de Carlos Mascías no era otro que no perder la capacidad de ponernos en el lugar del otro. Hacer extensiva esta facultad entre el personal sanitario y los pacientes que no siempre son tratados con el respeto que merecen. En un restaurante no dudarías en protestar si un camarero no te atiende correctamente, pero en un hospital el miedo a la enfermedad o al sufrimiento hace que toleremos casi cualquier cosa, y el Doctor Carlos Mascías quiere que esto no ocurra. Su objetivo es dar voz al paciente y acompañante y que le ayuden a que en su hospital se mejore el trato a sus clientes. Recabó toda la información que compartieron con nosotros todos los invitados y fue maravilloso ver como en realidad todos queríamos ayudarle pero también dar valor a estos profesionales que salvan nuestras vidas aunque no siempre nos dediquen una sonrisa. Cuando el dolor desaparece, tu hijo nace sano o salvan la vida a tu padre, poco te acuerdas de si la enfermera fue maja o si el médico te hizo esperar un siglo a saber algo… pero la realidad es que con pequeños cambios se podría conseguir que la estancia en los hospitales fuera agradable y tanto el personal como los pacientes estuviéramos más a gusto.
En enfermedades largas donde los pacientes y sus cuidadores han de estar mucho tiempo en el hospital hay pequeños detalles que harían que esta situación se llevará mejor en el día a día. Ayuda mucho pensar que los papeles pueden invertirse en cualquier momento, esa capacidad de empatizar de la que hablábamos es la que nos humaniza y consigue intentar hacer felices a los demás.
Noticias delicadas, situaciones incómodas, tristeza, dolor… de alguna manera han de insensibilizarse para protegerse… ¿no es al final lo que hacía yo al ver los ojos de aquel hombre?
¿Eso es lo que queremos enseñar a nuestros hijos? ¿A insensibilizarlos para protegerles? Yo quiero que mi hija Paula continúe felicitando la Navidad con ojos cristalinos y sonrisa y que Isabel conserve esa capacidad para ponerse en el lugar del otro y sufra con la tristeza de los demás porque eso no es otra copa que ser humano.
Si fomentamos esta sensibilidad natural quizá ya no haga falta ninguna encuesta y el regalar sonrisas, saludos y preocuparse por ayudar a quien lo está pasando mal y hacer sentir a todos lo mejor posible sea una realidad. Lo que yo necesito cuando estoy triste es sentir que alguien se preocupa por mí.
Cuando nacieron mis hijos lloré de felicidad y agradecimiento en cada uno de mis partos. Quizá no todo el mundo fue simpático pero sus cuidados me han dado muchos días de felicidad junto a mi familia. Hay muchos momentos felices también entre esas paredes y tan importante es saber acompañar en los felices como en los tristes.
Enseñemos también a nuestros hijos a alegrarse de la felicidad ajena y disfrutarla como propia. Esta es una capacidad maravillosa y muy necesaria. Alejémosles de la envidia que tan feos nos pone.
Carlos ojalá consigas que sea una realidad que la empatía llega a todo el personal sanitario y que la estancia en tu hospital tanto en consultas como en hospitalizaciones sea como en un hotel de 5 estrellas pero desde ya GRACIAS por vuestro trabajo. Un poco Dioses si sois. Tú y Andrea sois un regalazo, gracias de corazón.
Todos podemos ayudarle a cambiar el mundo y sacar adelante su proyecto que ya está en marcha. Mándale un tweet y cuéntale tu experiencia como paciente o acompañante para que entre todos contribuyamos a una experiencia grata en los hospitales.
Gracias a los invitados que nos regalasteis vuestras experiencias, inquietudes y conocimientos. Fue maravilloso aprender a vuestro lado. Sois dignos de admirar y me encantará volver a teneros por casa cuando queráis. Destaco la iniciativa de Pablo y Arantxa www.shapeup.es que me encantó. ¡A por ello chicos!
Mi querida Rocío gracias por estas fotos tan bonitas de recuerdo de una noche maravillosa, a las encantadoras chicas de Melmey por esta mesa tan bonita, a MHB por esos panes de colores chulísimos y riquísimos. Y a mi equipazo por hacer este sueño realidad. Tamara como siempre una pasada de cena, no solo eres un as en la cocina sino una persona a la que cada día ¡admiro y quiero más! Está nominada a los premios de Madresfera, ¿le ayudáis?
Con ganas de hacer felices a los demás,
Silvia
Pd; sé que en este post he mezclado un poco de todo pero me ha salido así. Mientras escribía escuchaba esto igual ha tenido algo que ver :-))